Idilio

Tú querías que yo te dijera

el secreto de la primavera.

Y yo soy para el secreto

lo mismo que es el abeto.

Árbol cuyos mil deditos

señalan mil caminitos.

Nunca te diré, amor mío,

por qué corre lento el río.

Pero pondré en mi voz estancada

el cielo ceniza de tu mirada.

¡Dame vueltas, morenita!

Ten cuidado con mis hojitas.

Dame más vueltas alrededor,

jugando a la noria del amor.

¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,

el secreto de la primavera.


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